jueves, 1 de julio de 2010

PATOLOGIAS DE LA NEW AGE.

Nuestro genoma se perfilo bajo demandas contextuales caracterizadas por la lucha día a día por no morir ni de hambre ni tampoco bajo las armas de los enemigos, y gran parte de esos resortes comprimidos por la vida cotidiana y su falta de espacios para el movimiento se distienden a través de la práctica de las diferentes modalidades deportivas.

Hoy el hombre del siglo XXI debería entender de una vez que solo la práctica deportiva con preparación seria y a cargo de profesionales competentes puede, eventualmente, contribuir a mejorar el estado de salud.

Hay que tener salud para practicar deportes, y no buscarla a través de ellos. Entender, al mismo tiempo, que la salud es un proceso construido y sostenido con responsabilidad, no un producto intercambiable por dinero, ya sea en una farmacia u obra social.

Las consecuencias de la falta de movimiento son varias, pero siendo breve, podría resumirla en: Una nueva configuración morfo-funcional que algunos llamamos homo obesus; otra podría ser la alteración postural, el dolor de espalda y la difusión osteo articular (nuestra columna vertebral no está biológicamente preparada para la falta de movimiento) y la ultima a mi parecer podría ser la involución de la masa encefálica, ya que la actividad muscular es indispensable para la neuroplasticidad, no solo periférica, sino y sobre todo, cerebral, particularmente cortical.

El cerebro humano no se desarrolla si falta la dimensión de la acción muscular. A lo largo de millones de años de evolución, pensar no era otra cosa que resolver problemas de adaptación mientras nos movíamos. El hombre no perfilo su cerebro trazando mapas en una cueva sentado en una piedra y con un palito, sino corriendo, lanzando, saltando, aproximándose cautelosamente para no ser descubierto, configurando estrategias para la sobrevivencia al tiempo que se desplazaba o vencía resistencias con grandes esfuerzos musculares de por medio. Su percepción se desarrollo conforme tenia experiencias motrices con los objetos, ni más ni menos como nos sucede actualmente a nosotros, es decir, como a ellos, pues la diferencia genómica es insignificante.

Nuestros estados y procesos mentales, son configurados minuto a minuto por la integración de numerosos datos perceptuales, dentro de los cuales los provenientes de músculos (vientre, tendones y, sobre todo, aponeurosis) y articulaciones son transcendentales. Los más importantes son los que dan cuenta de estados y procesos de todo lo que de nuestro cuerpo no es cerebro. El mal empleo de nuestro cuerpo conlleva a generar aferencias que contribuyen, luego, a configurar defectuosos estados mentales. “NO PODEMOS PEDIRLE A NUESTRO CEREBRO MÁS QUE LO QUE NUESTROS MÚSCULOS PUEDEN HACER”. En las etapas formativas, en la niñez especialmente, el movimiento es fundamental para el desarrollo del pensamiento y el resto de las funciones mentales.

Pensamiento, postura y movimiento como caras de la misma pirámide que apunta hacia la realización como seres humanos. Aprender a estar parado y moverse como condición de posibilidad para aprender a pensar.

En nuestro estado actual, la postura y el movimiento correcto deben ser enseñados. No puedo defender lo que me rodea sino opero responsablemente conmigo mismo.

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